El rock argentino tiene un superlativo defensor

Posted by Mateista on Wednesday, August 19, 2009

El rock argentino tiene un superlativo defensor

Con un excepcional concierto plagado de hits, lados b y estrenos, Miguel Mateos shockeó en Capital a una multitudinaria audiencia que testimonió 182 minutos de pasión, obras atemporales y un grupo de lujo.

Miguel Mateos mostró su vigencia en el ND/Ateneo

»Miguel Mateos mostró su vigencia en el ND/Ateneo

Obligando a plantear un profundo y exhaustivo análisis sobre el impacto de su música en el denominado rock argentino, cualquier curiosidad por el enfoque dejará de sorprender apenas uno deje de lado los prejuicios que injustamente afectaron su masividad, ubicando su obra como uno de los cimientos decisivos por más que algunos quieran ningunear toda su tarea poniéndolo como figura de relleno en esta vertiente. Si alguien se toma el trabajo de reacomodar su legado en la radiografía global, inexcusablemente deberá ubicarlo entre los cinco o seis referentes clave de una corriente que este músico hoy defiende de manera superlativa, muy acostumbrado ya a los"fusilamientos mediáticos" que algún político cita cuando trata de sacar tajada en la victimización contemporánea. El perceptible presente de este rubro exhala una certificada preocupación: Spinetta inexplicablemente sigue jugando a las escondidas con su pasado, Charly García asoma en las revistas cholulas casi salido del film "El planeta de los zombies" rodeado de ese viejo y polémico séquito, Skay Beilinson resistiendo firme los ataques de su viejo socio, Fito Páez amagando cientos de veces con un disco que supere la virulencia adrenalínica de "Ciudad", Gustavo Cerati con un incierto disco en la secuela post-Soda y un duro invierno con varios líderes de bandas conocidas recorriendo la autopista solista sin destino artístico confirmado. ¿El denominado rock argentino?...muy bien gracias. 

Impiadoso en sus sets interpretativos, el músico ya recuperado de una doble intervención de ligamentos cruzados, hace oídos sordos a los manuales de procedimiento acuchillando las paredes de un ex teatro de Rottemberg con una lujosa killer-band que deslumbra 182 minutos sin respiro, mientras su anfitrión desgrana letras atemporales que encajan casi a la perfección con los últimos 26 años de la recuperada democracia. Inmisericorde todas las veces que su poesía se lo propone, dice "después preguntan por qué la juventud solo ama el rock and roll" o "en la Argentina hacen falta huevos", aunque "Los Argentinitos" se lleva las palmas con "no manden dinero a Sarajevo, mándelo a Santiago del Estero", ante una audiencia shockeada a la que se le vienen a la mente las  conductas de los políticos más inescrupulosos. El anfitrión no necesita insultar o rebajarse, desde un bello "Bar Imperio" perfuma irónico y mordaz las memorias nacionales con fenomenal tino y sutilezas propias de una de las mejores plumas que el rock tiene en las últimas décadas, mostrando su magia al comando de un diáfano piano con varias obras trascendentales en este atrapante glosario sonoro. 

En 31 canciones hay espacio para todo:clásicos como "Mujer sin ley", bellos lados b como "Fatalidad", covers incrustados en sus hits como "Kashmir" o "Back in the URSS", topacios atemporales como "Uno", "Un poco de satisfacción", "Un gato en la ciudad" o "Tirá para arriba" que tocó emocionando como la primera vez en el Coliseo. De yapa para sus más firmes y acérrimos seguidores, dos estrenos: "Breve historia del tiempo" anticipada en 2005 en un programa de Pettinato y la flamante "El fuego sagrado del ocio", que se anima con precisión quirúrgica a desarmar como un sofisticado Lego armónico, desnudando felíz la cocina de un futuro"one-shot success". 

Con una garganta que luce impecable y los coros de un público que respalda de memoria cada track, la paliza se olvida del reloj y la lluvia que afuera hunde 20 grados la sensación térmica, mientras adentro la historia del rock argentino vive un monumental episodio. 

Sabiendo que muchos están navegando emocionalmente muy "solos en América", Miguel Mateos sin pretenderlo hace genuina historia sin histeria, acomodando sin esa pompa mediática de olvidables bandas main-stream, una vez más los cimientos de un género musical que honra con temas destinados a cruzar varios milenios alumbrando mentes.


http://www.lacapitalmdp.com/noticias/Espectaculos/2009/08/18/118358.htm
 

 



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