El público de Salta estuvo atado a un sentimiento
El público de Salta estuvo atado a un sentimiento
El ex líder de Zas presentó los temas de su nuevo álbum, "Fidelidad", el sábado en la sala del Teatro Provincial. Mateos regresó a Salta tras seis años de ausencia. Su último recital fue en el microestadio Delmi en abril de 2003.
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No fue una noche más, sino más bien un esperado reencuentro entre el público salteño y uno de los cantantes del rock en castellano más queridos. Miguel Mateos, el carismático ex líder del grupo Zas, volvió a Salta con un generoso show de dos horas y media y contagió ese calor que muchos "treintailargos/as" y "cuarentones/as" esperaban sentir nuevamente.
El sábado el intérprete regresó a Salta tras una espera de sus fans que se prolongó por seis años, pero que a la luz de lo recibido de parte del artista se puede decir que valió la pena.
"Llámame" fue el tema con el que el que Mateos abrió este viaje por el recuerdo, matizado con los nuevos temas. De pantalón y saco negros camisa blanca, zapatillas y un canchero sombrero negro y antojos oscuros, un Mateos sonriente, que demostraba su placer por volver a Salta, siguió su desfile con dos temas del nuevo álbum, con los que llamó a cuidar el planeta y agradeció el amor de sus fans en tantos años de carrera, casi 30 aunque no lo parezca.
Así llegaron "Cabeza fuera del agua" y "Fidelidad", el tema que le da nombre al último álbum.
Miguel demostraba en todo momento sentirse cómodo, al punto que entabló un diálogo fluido con todo el teatro, incluyendo a sus "amigos" de las dos bandejas superiores. La ovación teñida de nostalgia y entusiasmo llegó nuevamente cuando, tras el tema "Alas", que culminó con Mateos moviendo los brazos a modo de alas en vuelo, comenzaron los primeros golpes de "Perdiendo el control". Los fans salteños se despegaron de sus butacas y comenzaron a bailar y cantar. La adrenalina se tomó un descanso con "Anestesia", otro tema de los nuevos que llegó conectado con "No me dejes caer" y el eterno "Bar Imperio".
Con "Dudas", de la nueva producción, Mateos les dedicó a los hombres que muchas veces traen a sus hogares ideas nuevas y siempre son incomprendidos.
Pero el público quería seguir dando rienda suelta al movimiento. Fue momento entonces para que Miguel ofrezca una tanda se temas que marcaron una época. "Un poco de satisfacción", "Extra", "Un gato en la ciudad" y el griterío desbordado con "Huevos". Una acertada seguidilla que sirvió para rememorar aquel recital del año 85 en el ex Salta Club cuando llegó por primera vez en pleno furor de su popularidad.
Tras un relax a tanta energía con un solo de piano, Mateos propuso "Sólo una noche más" y agregó "El nene más malo", también del nuevo CD. A esta le siguió otro clásico, "Lola", con el consiguiente baile de los fans, que a esta altura ya se sentían en un boliche de los años 80 donde pasaban los videoclips de este artista y de otros del rock nacional.
Con "EL jardín del amor", un tema que según Miguel surgió tras una visita a Cafayate donde descubrió unas semillas ideales para hacer el amor, el cantante entregó pimpollos de rosa a las damas presentes.
El tramo final llegó a puro baile y a pleno con las gargantas de todo el teatro. "Atado a un sentimiento", "Con mi sombra en la pared", "Cuando seas grande", un dance mix con covers de David Bowie, Duran Duran y Eurithmics, a los que les sumó el superbailable "Obsesión" y "Mundo feliz". Culminó con el potente "Tirá para arriba" y decenas de suéteres y camperas volando por el aire, otro clásico ritual que los fans de Mateos siguen cumpliendo en cada una de sus presentaciones.
Un artista conectado, comunicativo, cordial, seductor y hasta se podría decir feliz de entregar su música se pudo ver el sábado en el teatro de calle Zuviría, secundado por una precisa banda en la que se destacó la batería de su hermano Alejandro.
Mateos es de esos tipos que les importa el espectáculo y no especulan con el tiempo y con las canciones.
La del sábado fue una fiesta del rock, una reunión de amigos que volvieron a encontrarse tras un período de tiempo.
A pesar de la convalecencia por una operación de ligamentos cruzados, Miguel Mateos demostró que su pasión y su entrega en el escenario siguen intactos. Y eso es lo que vale.